Hace algunos ayeres les dije que Tillie sacaría un nuevo libro de Romance Oscuro (yay!) y ella a compartido un pequeño extracto de infarto! que hizo que lo amaramos y lo deseáramos al instante.
quieren leerlo?
aquí va!
Título: Sick Fux
Autora: Tillie Cole
Fecha de
publicación: 09 Octubre
Sinopsis
Cuando
Ellis Earnshaw y Heathan James se conocen de niños, no podían ser más
diferentes. Ellis era ruidosa y hermosa, con sus cabellos rubios, su risa
llamativa y esa sonrisa. Heathan era un niño oscuro, obsesionado con ver como
las cosas morían.
El
par formó una improbable amistad, única y extraña. Hasta que fueron
distanciados por la enferma crueldad de otros, separados por años, ambos
encerrados en un infierno perpetuo.
Once
años después, Heathan regresó por su chica. Regresó de un lugar el cual pensó
nunca poder salir. Regresó a vengarse de aquellos que le hicieron daño.
El
tiempo ha hecho a Heathan un alma oscura, lleno de odio y sediento de sangre.
El
tiempo ha hecho a Ellis solo una sombra de lo que solía ser, una niña pequeña
perdida en la inmensidad de su dolor.
A
medida que Heathan saca a Ellis de su prisión mental, reviviendo la esencia de
lo que fue algún día, irán cayendo en un oscuro lugar.
Con
malicia en sus corazones y la sed de
venganza en sus venas, buscaran a los que los lastimaron y destruyeron.
Uno
a la vez
Siendo
cada vez más letal que con el anterior.
Tick,
Tock.
Romance
contemporáneo Oscuro. Contiene situaciones sexuales explicitas, violencia,
temas muy sensibles y tabús, lenguaje ofensivo y temas para personas maduras.
Recomendado para mayores de 18 años.
Extracto
Puse el pie de mi bastón en el piso y miré a la
izquierda. El sonido de una ligera respiración llegó de la vuelta de la
esquina. Quise moverme, pero mi corazón comenzó a acelerarse, deteniéndome en
mi lugar. Mis fosas nasales se abrieron mientras cerraba los ojos y trataba de
tomar profundas respiraciones. Nunca había hecho esto, nunca había reaccionado
de esta manera ante algo. Nada en once años. No cuando estuve atrapado en la
oscuridad. Ni siquiera cuando llegaron los guardias a conocer al “joven chico”.
Ni siquiera cuando salimos, todo sangriento salvaje y oscuro. Mucho menos
cuando mi cuchillo cortó a través del corazón de los guardias y veía como se
les escapa la vida de sus ojos, la sola fascinación de que alguien perdiera la
esencia de su vida ocupaba mi mente.
Pero esto se trataba de Dolly. La única persona que
me había importado.
Un fuerte empujón pasó por mi negro corazón mientras
pensaba en ella. Ella era la sangre que me daba vida.
No tenía idea en qué estado la encontraría. Si su
mente frágil había sido destruida. O si su corazón de cristal hacia sido
destrozado. Sin esperanza de ser salvada.
No sabía si mi única razón para vivir podría ser
salvada. Me sacudí con un enojo lleno de veneno al dejarme imaginar lo que le
hicieron pasar esas malditas putas en mi ausencia. Pero las palabras de Chapel
sonaron en mi oído… “Desata el enojo solo en aquellos que lo merecen. Deja que
crezca en tu corazón como un pozo llenándose de agua… luego desata el infierno
en aquellos que te privaron de tu libertad.”
Abriendo los ojos, respiré para sacar la furia y
silenciosamente doblé la esquina… Me detuve. Ahí estaba ella, sentada en una
silla. Tomé una respiración y sentí un traqueteo en mis oídos. Su cabello. Su cabello
estaba trenzado, sus mechones tejidos caían en su espalda. Y estaba vestida de
negro. Unas mangas largas y anchas cubrían sus brazos.
Maldito color negro. Dolly no tenía por qué estar
vestida de negro. No le quedaba. Solo colores. Azul y blanco y dorado y el
maldito rosado.
Caminé lo que quedaba de habitación y me puse frente
a ella. Mi corazón se destrozó y contuve un fuerte gruñido cuando la vi
acurrucada en el asiento, una gruesa sabana cubría sus delgadas piernas y su
cintura mientras miraba por la ventana, su mirada sin vida. La venta por la que
alguna vez se vieron los pastos bien podados, ahora solo había hierba alta y
árboles con demasiadas hojas. Miré hacia donde ella miraba, en dirección a lo
que la tenía tan cautivada.
Mi corazón se rompió por completo a la mitad, las dos
partes repeliéndose, tratando de escapar de la ira, el dolor y la maldita
oscuridad que me consumía.
Ella miraba el lugar donde solíamos jugar cuando éramos
niños. Donde me había encontrado hace
años, destrozando la colorida mariposa con mis manos. Me moví para que pudiera
verme, pero sus ojos no me miraron, solo vieron a través de mi como si yo no
estuviera ahí. Me agaché y estudié su rostro. Su rostro de porcelana. Labios
llenos. Era malditamente perfecta.
Pero ya no había vida en ella.
Nunca había sentido miedo, pero imaginaba que eso que
sentía que se hundía en mi estómago era algo parecido. Un sentimiento horrible
de que Dolly se había ido a un lugar de donde no había escapatoria, prisionera
de su propia mente.
Fragilidad consumida.
—Dolly, cariño —dije, mi voz quebrándose.
Veintiuno. Ella tenía veintiún años y era más hermosa
de lo que pude haber imaginado.
Perfección.
Mi muñeca viviente.
Un mechón de cabello caía sobre su rostro. Mis puño
se abrió y se cerró mientas intentaba forzarme a tocarla. Pero no pude. No
había tocado a alguien o sido tocado en años. Ya no sabía cómo hacerlo. Era
alérgico al afecto humano. Me repulsaba la degradante sensación de ser tocado.
Yo… No… No podía.
Mientras abrí la boca para hablarle a Dolly de nuevo, un jadeo llegó a
través del aire detrás de mí. Me alcé de donde estaba, agarrando mi bastón,
solo para ver aparecer un rostro que me resultaba familiar. Lo que había
sentido antes, el miedo, fue reemplazado por una oscura satisfacción mientras
veía como se drenaba la sangre del rostro de la mujer—: Dios Santo —susurró
mientras alisaba mi corbata negra y el chaleco.
Miré con furia a la perra. Inclinándome casualmente
en mi bastón—. Creo que es mejor atinado decirme Lucifer. —Asentí en su
dirección—. Para ti eso voy a ser.
La Sra. Jenkins tragó y trató de salir de la
habitación—. Nah-ah —dije y sacudí la cabeza. Se quedó quieta de inmediato, sus
ojos fijos en mí.
—He…Heathan James… no… no es possible… —tartamudeó y
pasó sus ojos sobre mí. Cada centímetro.
—Conejo —la perra se estremeció por mi corrección—.
Soy Conejo. El maldito Conejo Blanco. Así que nunca vuelvas a mencionar ese
nombre campesino frente a mí.
Su piel palideció, y sus ojos fueron a Dolly sentada
en la silla. Dolly seguía sin moverse. A punto de entregarle la caja que había
traído conmigo a la Sra. Jenikins, preguntó—: ¿Cómo es que estás aquí?
Arrojé la caja a través de la habitación. Aterrizó
justo a sus pies—. Vístela.
—¿Qu… Qué? —preguntó la Sra. Jenkins.
Señalé la caja—. Vístela, no fue una petición —La
Sra. Jenkins se estremeció cuando recogió la caja y se movió a donde estaba
sentada Dolly. Dolly tampoco la miró. La Sra. Jenkins levantó la tapa de la
caja y jadeó de nuevo.
Sus viejos y arrugados ojos me miraron—. No…
Antes de que siquiera terminara la frase, había
sacado el cuchillo que llevaba en mi bolsillo. Pasé la delgada parte de la hoja
por mi mejilla. Lentamente. Controlado. Viendo como sus aterrorizados ojos veían
cada movimiento que hacía—. Es mejor que haga lo que le digo, Sra. Jenkins. Mi
paciencia y tolerancia por usted parece que siempre es poca.
cooooomoooo lo ven?????
lo quiero....lo quiero..lo quierooo
pd: gracias hermosa Fanny por traducirlo a la velocidad del rayo!
