hola!
como sabrán nuestra pequeña hada Sandra este escribiendo un maravilloso libro!!!!
siiiii, yo se que lo recuerdan...lo adoran y sueñan con él hmmmmmh el libro!!!
Debo informar a las chicas que no forman parte de nuestra charla facebookera...(vieron??? invente una nueva palabra!!!) que es todo un BOOMM ente nosotras....y aquí Sandra quiere compartir su talento con TODOS...lo cual agrdezco, porque es grandiosa!
Sin mas...les dejo con:
Bajo mi piel
La vida de Mia
siempre ha estado completa... a sus 27 años tiene unos padres que la aman y
unos amigos que la adoran, o al menos hasta que algo ocurre en su vida y la
mortifica noche tras noches en forma de pesadillas.
En ese momento, pese a que logra continuar, no es
suficiente para hacerle olvidar sus miedos, hasta que una llamada de su amigo
desde la universidad lo cambiará todo radicalmente. Un viaje no planeado en el
que conocerá un enigmático y fascinante hombre que pondrá su mundo del revés y
volcará en ella todos sus esfuerzos por revivir la llama de la pasión apagada
durante mucho tiempo y la confianza perdida en los hombres.
Ella no estaba preparada para enfrentarse a sus
demonios del pasado... Él no estaba preparado para ella.
Capítulo
1.
Es increíble la cantidad de gente
que puede haber en un supermercado un martes por la tarde, enserio. ¿No tienen
nada mejor que hacer? Miro todas las familias, personas mayores, y jóvenes
alrededor de mí y no puedo entender las caras de felicidad que tienen, por
Dios, están haciendo la compra, ¡no están en un anuncio de pasta de dientes!
Si no fuese porque los ratones
que actualmente habitan mi nevera me hubiesen amenazado con revelarse esta
mañana porque no lleno el frigorífico desde hace casi un mes completo, no me
encontraría aquí.
Odio hacer la compra. Mi madre
siempre insiste en que si no cambio ese hábito, vendrá ella misma a mi
apartamento y la llenará después de darme mil tirones de orejas acompañados de
tal bronca que tendría los oídos pitando durante 1 año completo.
Sí, ella es así de exagerada como
buena andaluza que es, lo lleva en la sangre; aún guarda la esperanza de poder
controlar algún aspecto de mi vida a través de las conversaciones telefónicas
que tenemos. Adoro a mamá pero tiene la enorme capacidad de levantar a un
muerto de su tumba si se lo propone, sobre todo ahora que se ha retirado y
tiene más tiempo libre para darme la brasa.
Mamá trabajaba hasta hace unos
meses en el hospital Puerta del Mar como enfermera.
Según me contaba, le encantaba
ayudar a los demás desde muy joven. Mi abuela siempre reía cuando recordaba
como mi madre corría a casa en busca de una tirita si algún amigo jugando en el
parque se caía y se rozaba la rodilla. Ella iba y lo curaba con tan solo 6
años. Así que solo fue cuestión de tiempo que se hiciese médico o enfermera.
Por desgracia después de la
muerte del abuelo, mama no tuvo mucha elección puesto que no podía permitirse
salir de casa para estudiar, así que en vez de convertirse en medico decidió
estudiar enfermería.
Y aquí entra papá en la ecuación,
si, definitivamente estamos esperando la llamada del Vaticano anunciando cuando
lo van a canonizar por llevar tantos años aguantando a mamá.
Es tranquilo, risueño y
simplemente adorable, es la clase de persona que en cuanto la conoces deseas
que forme parte de tu vida. Trabajó desde muy joven para llevar dinero a casa,
ya que como mama perdió a su padre cuando era pequeño y se tuvo que hacer cargo
de mi abuela y de mi tía que apenas tenía meses de vida. Tuvo muchos trabajos pero
comenzó en una empresa como transportista y con el paso de los años decidió ahorrar
y montar su propia empresa. Trabajó duro por sacarla adelante y convertirla en una
de las mayores empresas de transporte de toda España.
Ahora a sus 53 años también se ha
jubilado como mamá y se dedica a cualquier cosa que encuentre por arreglar en
casa, a jugar al dominó con sus amigos por las tardes. Y tolerar las cosas que
se le ocurran a mamá que no es poco.
Sigo avanzando a través del
pasillo y miro la lista de compra. Me aplaudo mentalmente por no comentarle
nada a mamá por teléfono esta mañana de que pensaba ir al supermercado a hacer
la compra porque si no se habría empeñado en que agregase a la lista cosas que
ella piensa que como, pero que no pruebo desde que me fui de casa.
Cojo un paquete de servilletas
del estante y las meto en el carro para seguir avanzando.
Pero me paro en seco cuando
escucho sonar mi móvil en el bolso, sonrío para mis adentros porque se
perfectamente quien llama, precisamente él fue quien colocó ese tono. Busco
entre el revoltijo de cosas que habitan mi bolso.
No estoy segura, pero creo que
algo me ha gruñido dentro. Frunciendo el ceño sigo buscando hasta que hago que
Chris Brown pare de cantar “Love more” al llevarme el móvil a la oreja.
- Hola bebé, ¿Cómo está la mujer
más preciosa del planeta?-. Dijo Luca con la voz más sexy de la tierra.
- Hola a ti también. Seguro que
eso se lo dices a todas ¿me equivoco?-. Respondí en tono de burla sonrojándome
ligeramente.
- Sabes que sólo llamo bebe y
preciosa en la misma frase a ti, así que finge un poco y haz como que te
alegras de escucharme.
Suspiré, le encantaba hacerme
sonrojar en cualquier lugar y en cualquier momento en el que tuviera la
posibilidad.
- Mmmmm… A ver, déjame adivinar.
Estás sola en casa, con una copa de vino en la mano, desnuda en la bañera,
cubierta de espuma de esas caras sales de baño que me hiciste regalarte por tu
cumpleaños con aroma a coco mientras suena el disco de Adele de fondo y te
frotas una pierna con la esponja porque a saber dónde tienes la otra mano
ocupada…
Rodé los ojos ante el comentario
de Luca y solté una carcajada sin poder evitarlo.
- Cariño. Siento arruinarte el
momento erótico- festivo que te acabas de montar en tu mente pero ahora me
encuentro en el supermercado haciendo la compra, más concretamente en el
pasillo de las servilletas y los desinfectantes. Así que siento decepcionarte
de esa manera-. Dije y me reí mucho más cuando el también rompió en una
carcajada.
- Oh eres mala, mujer.
- Sabes que no lo soy, de hecho
si te sirve de consuelo sí que me alegro de oírte lo sabes de sobra, y bueno ¿a
qué debo este enorme placer?
- Bueno solo quería escuchar tu
voz y ponerte un poco cachonda-. Dijo Luca con una voz mucho más profunda y
cargada que antes.- Pero prefiero hacerlo cuando de verdad puedas darte un
homenaje en la bañera en mi honor -. Dios, estaba loco, realmente no tenía
remedio. No sé cómo podía decirme todas esas cosas por teléfono sabiendo donde
me encontraba. Pero decidí seguirle el jueguecito.
- Si es que logro salir de este
maldito supermercado esta semana podría hacer algo al respecto. ¿Te llamo esta
noche y hablamos más tranquilos? -. Dije mientras metía en el carro los productos
para limpiar la cocina
Luca rió ante mi comentario y
suspiró.
- Vale, trato hecho. Espero tu
llamada más tarde.
- Hasta luego Luca-. Volví a
sonreír estúpidamente por centésima vez.
- Ah Mia, antes de que se me
olvide…
- ¿sí?
- Espero que ya estés mojada y
lista para mí cuando llame-.
Colgué el teléfono y sacudí la
cabeza, sip, definitivamente estaba como una cabra.
Metí mi teléfono de vuelta al
bolso y me prepare mentalmente para volver a la caza de víveres. Con suerte
este calvario pronto terminaría.
Regresé a casa una hora y media
después. Aparqué mi Ford Fiesta blanco en la plaza de garaje del edificio y me
dispuse a sacar las bolsas del coche cuando escuché la puerta del garaje
abrirse de nuevo y apareció un Opel Insignia negro reluciente y al volante mi vecino
Armando. Sonreí y levanté la mano a modo de saludo y él me correspondió de igual
manera. Aparcó el coche junto a mi plaza y bajó de él.
- Buenas tardes Mia, ¿planeas
alimentar a un ejército?
- ¡No, por dios!- sonreí- Es solo
que no quiero tener que mortificarme en un futuro próximo teniendo que ir de
nuevo al supermercado, odio ir de veras.
- ¡tonterías! Dile eso a mi
esposa, parece que vive allí dentro, le encanta ir de compras, tanto si es a
comprar zapatos como si es ir a comprar comida para una cena de cincuenta
invitados cuando sólo estamos ella y yo.
Simulé un escalofrío y él me miro
con una expresión de entendimiento. Sí, me podía hacer perfectamente a la idea
de Bárbara devorando tiendas sin preocuparse si eran de
una cosa u otra su objetivo
simplemente era gastar dinero y “acomodar” su casa como ella misma decía, para
que cualquier persona siempre la viese tanto a ella como a su hogar, impecable
sin que faltase nada.
Armando y ella se mudaron hace
cosa de dos años a mi bloque de apartamentos. Ambos estaban divorciados
anteriormente pero después de años de soledad surgió el amor un día.
Se conocieron en un centro
comercial. Armando estaba comprando una camisa ya que era un desastre con las
labores domésticas y había quemado la última decente que tenía en un intento
por plancharla.
Bárbara le vio indeciso entre dos
de ellas y le preguntó que para qué ocasión quería la camisa y él le respondió
que solo la quería para ir a la oficina. Comenzaron a hablar sobre cualquier
tema y sobre ninguno a la vez. Cuando se dieron cuenta llevaban horas hablando
y aún no había escogido Armando ninguna de las dos camisas, entonces Bárbara le
respondió que se llevase las dos porque nunca sabía si algún día le podría surgir
una cita y él no tendría más remedio que ir con la misma camisa de la oficina.
Entonces él lo vio claro y la
invitó a un café por la ayuda. Desde entonces eran inseparables, estaban tan
orgullosos el uno del otro que a todo el mundo le contaban su historia de amor.
Eran la pareja perfecta sin duda.
- Venga mujer, que te ayudo con
las bolsas.
- Oh, no es necesario Armando de
verdad, no es ningún problema.
- Insisto, déjame ser buen vecino
de vez en cuando- Dijo a sabiendas de que de esa manera no le diría que no.
- Está bien, tú ganas. Pero no
tienes necesidad, Bárbara y tú me tratáis como si fuese vuestra hija-. Dije
sonriéndole.
- Bueno eso será porque te
apreciamos de verdad. Venga anda, sube al ascensor tú primera con las bolsas y
luego subo yo con el resto.
Subí y busque en mi bolso/agujero
negro las llaves de casa, una vez las encontré suspiré y cogí de nuevo las
bolsas abriendo la puerta con el hombro y dejándola abierta. Entré y dejé las
bolsas en la isla de la cocina cuando escuche a Armando pidiendo permiso para entrar.
Solté el maldito bolso que aun colgaba de mi hombro y fui a ayudarle con las bolsas.
- Muchas gracias Armando, no sé
qué hubiese tenido que hacer para subir todas estas bolsas sola.
- Como te dije antes, no es
molestia ninguna mujer-. Sonrió.
- ¿Puedo ofrecerte algo de beber?
Un té, un café, agua, cerveza…
- No, no gracias de verdad, ya
casi tiene que tener la cena lista Bárbara. Debe estar esperándome-. Dijo
dirigiéndose hacia la puerta.
- Bueno, en ese caso te dejo que
te vayas, Dios no quiera que se enfríe la cena de
Bárbara- Sonreí.- Gracias de
nuevo Armando, cualquier cosa no dudes en pedírmela.
Le abracé para agradecerle de
nuevo y su cuerpo apretándome en ese enorme abrazo de oso me recordó cuando mi
padre me abrazaba de pequeña y me daba la sensación de que en sus brazos podía
desaparecer y siempre estaría protegida. Jamás encontraría otra persona que me
abrazase igual y por mucho que éste abrazo me recordase a los de mi padre
seguían sin ser los suyos. Le echaba de menos de verdad.
- Adiós Mia.- Dijo mientras se
alejaba hacia el ascensor de nuevo y se despedía con la mano.
- Adiós Armando, dale recuerdos a
tu esposa.
- Se los daré de tu parte,
gracias.
Miré hacia la montaña de bolsas
que estaban en la isla de la cocina y en el suelo.
Suspiré y me enrollé las mangas
de mi jersey hasta los codos para ponerme manos a la obra, cuanto antes pasase
el mal rato de tener que organizar toda la comida en la nevera y los demás
muebles de la cocina antes se acabarían y antes podría darme ese baño del que
hablé con Luca.
Luca, es increíble, siempre que
pienso en él no puedo evitar que cada partícula de mi cuerpo y de mi ser se
sacuda, cuando hablo por teléfono con él o estamos juntos me comparo a mí misma
con una niña de quince años con las hormonas revueltas, siempre sonriendo como
una tonta, él tiene ese efecto en mí. Bueno, para ser exactos tiene ese efecto
en mí y en todas las mujeres con las que se cruza en la calle.
Nos conocimos en la universidad.
Lo vi en la primera fiesta universitaria a la que asistí, yo estaba con
Rebecca, mi mejor amiga. Fuimos a casa de uno de los muchos alumnos que
habíamos comenzado ese año el curso.
- Becca, ¿Qué vestido me pongo?
¿el negro escote palabra de honor? O ¿el azul?-
Pregunté poniendo el vestido
negro sobre el azul que tenía puesto.
- Mia cualquiera de los dos, te
quedan los dos de muerte. Si yo tuviese tus tetas no me molestaría en intentar
ocultarlas ¡y tu trasero! Por dios, con ese trasero y esas piernas vas a tener
babeando a toda la fiesta y no me vas a dejar a ningún chico para mi.- Hizo un
puchero mientras se cogía sus largos rizos en una cola alta.
Como decía Becca mis piernas y mi
trasero no pasaban desapercibidos. Medía alrededor de 1,70 cm que para ser
mujer no estaba nada mal y con curvas en los lugares adecuados afortunadamente.
Mi trasero jamás podría competir
con el de las brasileñas pero estaba bastante contenta con él, salvo cuando se
empeñaba en acumular la multitud de pizza que acumulábamos Becca y yo después
de horas de estudios, ahí ya si me cabreaba seriamente con él, pero nada que un
poco de ejercicio matutino no pudiese arreglar.
- Estás loca.- Me reí.- Dices eso
pero la que siempre se trae un chico a casa eres tú. ¿te acuerdas de aquel
chico cuando estábamos en el colegio? Era mi amor platónico y solo quería estar
junto a mí y darme la mano porque tú siempre venias con nosotros.
Rebecca soltó una carcajada y
negó con la cabeza.
- ¿Ah no?, bien espera a ver si
esto te refresca la memoria, ¿recuerdas aquel en el instituto que vino a
ayudarme estudiar para el examen de matemáticas y se le cayó la taza de
chocolate caliente que nos preparó mi madre en cuanto te vio aparecer por la
puerta?
- Sí, me acuerdo de él, ese
niñito delgaducho no era mi tipo. – Dijo haciendo una mueca y sonriendo como
sólo podía hacer ella.
- Lo que quieras, pero no me
acuses de robarte chicos, porque la que nunca consigue las buenas oportunidades
soy yo. Además esta noche tengo un buen presentimiento. –dije girándome una vez
frente al espejo.- Definitivamente me quedo con el vestido azul.
Fui al baño a retocarme el
maquillaje, realmente no me había maquillado mucho, no soy del tipo de ir mas
pintada que un cuadro de Dalí. Así que me apliqué un poco de rímel, un toque de
rubor y brillo de labios y ya estaba lista para salir en nuestra primera fiesta
oficialmente como universitarias. Llegué al dormitorio donde me esperaba
Rebecca y estaba espectacular. Llevaba un vestido marrón chocolate que
resaltaba cada una de sus curvas. Era más delgada que yo y tenía menos pecho
pero embutida en ese vestido cualquiera diría que estaba recién salida de una
revista de moda. Junto al vestido llevaba unos tacones que debían medir al
menos 10 centímetros sumados a su metro setenta y cinco se veía impresionante.
- Vamos Afrodita, o si no vamos a
llegar tarde y no queremos tener a un montón de chicos furiosos por no poder
pasar tiempo contigo.- Le dije a la vez que ella me sacaba la lengua y giraba
sobre sí misma para terminar moviendo el trasero.
Cuando llegamos a la casa estaba
abarrotada ya. Nada más al entrar le vimos, ahí estaba Luca, sentado en un sofá
con una copa en la mano hablando con una rubia increíble. Rebecca y yo nos
miramos y sonreímos. Nos iba a gustar la vida de universitarias si todos los
chicos eran como ese impresionante rubio.
Fuimos a la cocina donde se
encontraba una de las barras de bar improvisadas, nos servimos dos chupitos de
tequila para empezar la noche fuerte. Mientras el tequila hacía su camino
garganta abajo, alzamos la vista atraídas como un imán invisible hacia la
puerta y ahí estaba. Metro ochenta y cinco, puro músculo, pelo rubio hacia
arriba pero totalmente desordenado el cual le daba el aspecto desaliñado justo
para que todas las chicas volteasen la cabeza al pasar y suspirasen porque él
se centrase en ellas y les dedicasen una sonrisa de medio lado como la que
estaba ahora mismo dándonos a nosotras.
- Hey chicas, creo que comenzar
la noche de esa manera apenas habiendo cruzado la puerta puede ser demasiado
para dos jovencitas como vosotras ¿me equivoco?- dijo Luca sonando un tanto
prepotente.
- Mira machote.-Dijo Rebecca
caminando hacia él con su dedo apuntándole directamente hacia la cara.- Como mi
amiga o yo comencemos la noche no es asunto tuyo, así que haznos un favor y ve
al sofá con la Barbie silicona con la que estabas y dejamos a las demás hacer
lo que nos dé la gana, ¿te ha quedado claro o tengo que deletreártelo Ken?
Si algo no soportaba Rebecca era
que le dijesen qué tenía que hacer, cómo hacerlo y cuándo. Por eso había
escapado a la universidad más lejana que pudo encontrar de la influencia de sus
padres.
- Whoa. Perdona, ¿me acabas de
llamar Ken?
- Efectivamente, veo que no te
tendré que deletrear nada porque me has entendido perfectamente así que si nos
permites, hasta luego Ken, que lo pases bien.
- Eh, pelirroja.- Dijo Luca
cogiéndola del codo y haciéndola girar.- todavía tengo una duda.
- Tú dirás. Escupe para que me
pueda ir cuanto antes.- Dijo Rebecca mirándolo de manera altiva.
Yo dudaba seriamente de lo que
podría pasar a continuación. Así que solo pude rezar porque Becca se controlase
y porque el señor de arriba no estuviese demasiado ocupado en estos momentos
como para no escuchar mis ruegos.
- ¿Eres siempre tan borde con
todo el mundo o es que es tan fuerte la atracción que sientes por mí que no
puedes evitar saltar a la defensiva?
Error del chico nuevo.
Lo siguiente que recuerdo fue a
Becca girándose hacia un joven que estaba observando la disputa y que tenía su
vaso de cerveza en la mano. Becca le arrancó literalmente el vaso de las manos
y con las mismas ganas muy tranquila y segura de sí misma se lo volcó a Luca
por encima de la cabeza a la vez que le decía muy cerca del oído:
- Espero haber sido lo
suficientemente educada contestando a tu pregunta Ken.
Como te dije antes, que pases una
buena noche.
Me llevé las manos a la boca, no
podía creer lo que acababa de hacer, le faltaba un tornillo a esta mujer, pero
nada más mirarnos las dos estallamos a carcajadas mientras salíamos al jardín a
conseguir dos copas de la otra barra instalada en la piscina.
El resto de la noche fue
tranquila y sin incidentes, bebimos, bailamos hasta más no poder y volvimos a
seguir bebiendo los chupitos de tequila ignorando la recomendación de Ken.
Hicimos un montón de amistades
nuevas y con algunas incluso quedamos para el fin de semana siguiente. Luca no
se volvió a acercar en toda la noche a nosotras y yo sospechaba que era porque
temía que Becca pudiese vaciar todo el contenido del bar de la piscina y de la
casa por su cabeza obligando a la gente a dar por terminada la fiesta por falta
de alcohol. Aunque de vez en cuando le veía observándonos desde algún rincón y
me guiñaba el ojo a la vez que levantaba su copa a modo de saludo. No me caía tan
mal. Después de todo, cualquiera que sobreviviese a la furia de mi amiga y
siguiera con una sonrisa en la cara, sin duda alguna era buena persona.
A la mañana siguiente teníamos
una resaca espantosa así que decidí ir a la farmacia a por algo que aliviase la
tormenta con truenos incluidos que teníamos tanto Becca como yo en la cabeza y
que amenazaba con estar ahí alojada durante todo el día si no hacíamos nada
para evitarla.
- ¡¡ Mia!! ¿cómo te encuentras?
Por favor, dime que estás tan hecha mierda como yo, o juro ahora mismo delante
de quien sea necesario que no volveré a salir en toda mi vida contigo.
- Mmmmm… shh Becca. Te juro que
como no bajes el volumen de la voz voy a ir hacia ti y lo vas a lamentar.
Podría torturarte atándote a la cama y poniéndote el secador al lado del oído
para que te estalle la cabeza mientras te sonrió con mis tapones en los oídos.
Así que piénsalo dos veces antes de volver a gritar mi nombre o atente a las
consecuencias.
Rebecca rió llevándose una mano a
la cabeza instantáneamente por el dolor.
- ¿De verdad no tenemos nada en
este estúpido piso para el dolor de cabeza? -
Dijo Rebecca a la vez que abría y
cerraba todos los cajones de los armarios de la cocina y dirigiéndose al cuarto
de baño.
- Mmmmm nop, me temo que no
tenemos nada y yo no puedo soportarlo más así que me voy a vestir y voy a ir a
comprar algo a la farmacia.- dije caminando hacia mi armario para ponerme unos
pantalones de yoga y una sudadera tan grande con la que me pudiese perder
dentro de ella. Quizás si acampaba ahí dentro como una tortuga pararía la
maldita resaca.
Cogí las llaves del mueble que
estaba en la entrada de nuestro piso, nos habíamos puesto de acuerdo y
decidimos alquilar un piso en el centro de Madrid entre las dos en vez de vivir
en la residencia de estudiantes. Me encamine hacia las escaleras pensando que
algo de ejercicio me haría bien para la resaca. Bajé dos tramos de escaleras y
entonces…Pum! Choque contra algo duro, muy duro, ¡Dios, mi cabeza no podría
soportar algo mas esta mañana! Levanté la vista y vi una espalda fuerte, Vestida
también con una sudadera aunque no tan enorme como la mía, claro que en el
portador de esa sudadera tenía buena espalda y buenos brazos para llenarla a diferencia
de mí.
- Yo… lo siento de veras, no
quería…esto…auch, mi cabeza…
- No pasa nada, tranquila.- Dijo
el chico misterioso dándose la vuelta.
- Enserio no quise…perdona iba
totalmente distraída.- Dije tratando de levantar la vista otra vez ya que este
maldito dolor de cabeza lo único que me dejaba hacer era frotarme la cabeza con
la esperanza de aliviar algo el mal estar.
- Oh, así que eres la amiga de la
pelirroja…interesante. ¿Qué haces tú aquí?-Dijo sonriendo.
- No me lo puedo creer… ¡Tú!-
Dije con la boca abierta y alzando por fin la vista para encontrarme con Ken en
persona que me miraba de manera un tanto socarrona.
- Sí, yo. hola, ya que anoche
cierto torbellino pelirrojo no tuvo la decencia de presentarnos, me llamo Luca,
y tú eres…- Dijo teniéndome la mano a modo de saludo.
- Mia.- Dije mientras esbozaba
una sonrisa. -¿sabes? No hay mejor manera de describir a Becca que como lo has
hecho, ella es realmente un torbellino de mujer.
- No me cabe duda, recuerda que
anoche lo sufrí de primera mano. Así que el torbellino se llama
Becca…interesante- Dijo él rascándose las mejillas con una adorable barba de
dos días.-y bueno, ¿dónde vas con tanta prisa? Casi haces que me caiga de boca
mujer.
- Si…lo siento otra vez por eso,
voy a la farmacia, Becca y yo nos morimos de la resaca y como nos acabamos de
mudar aquí no tenemos nada.-Dije a la vez que me daba cuenta de que me estaba
tendiendo la mano.- ¿Qué?
- Ven, vivo ahí en esa puerta.
- ¿Qué? ¿Vives justo al lado?
- No, es que me gusta entrar a
hurtadillas a los edificios de las personas que me tiran cerveza por la cabeza
para que su amiga pueda terminar el trabajo y matarme tirándome por las
escaleras -. Dijo con la cara totalmente seria. Me quedé mirándolo extrañada.
- Ven. Mira, si te sirve de
alivio sí que vivo aquí. Así que teóricamente eso nos convierte en vecinos y
resulta que tengo un remedio para la resaca que es cien por cien infalible,
anoche también me pase bebiendo y mira lo bien que estoy.
Así que vamos señorita, es lo
menos que puedo hacer para ser hospitalario con las recién llegadas.
- Bueno, no sé si debería…esto,
quizás debería avisar a Becca.-Dije, y sé que pudo oír como me temblaba la voz
pero a la vez me sonreía y tiraba de mí hasta que me di cuenta de que nos
encaminábamos hacia su casa.
- Tranquila bebé es solo una
bebida para la resaca, no voy a comerte. A menos que obviamente quieras- Dijo
mirándome de arriba abajo.- Luego si quieres te puedo acompañar a llevárselo a
la señorita torbellino pelirrojo.
- Está bien.- accedí.
Fui fácil lo sé, pero hubo dos
circunstancias que se mezclaron. Uno, tenía una resaca espantosa y quería que
parase a toda costa y dos, el vecino además de parecer agradable estaba como un
queso.
Desde aquella mañana Luca, Becca
y yo nos hicimos inseparables. Al principio Becca estaba un poco reacia pero
con el paso del tiempo adoró a Luca tanto como lo hice yo o más. Y así fueron
pasando los meses.
Un día, Becca decidió que no
quería seguir con la carrera que estaba haciendo y que quería convertirse en
diseñadora. Diseñaba todo tipo de cosas, desde ropa, joyas, hasta su propio
calzado personalizado. A mí me encantaba la personalidad que tenía, siempre buscando
cosas que hacer, siempre yendo de un lado hacia otro en busca de nuevos objetivos.
Al tiempo, Luca decidió cambiar
de carrera también para llevar a cabo su sueño de construir el mejor complejo
turístico de la historia. Pese al disgusto inicial de sus padres, finalmente le
terminaron apoyando. Ellos querían que Luca siguiese con el negocio familiar.
La familia de Luca era dueña de
una importante cadena de panaderías a nivel internacional. Él estaba orgulloso
de todo lo que habían construido sus padres con el paso de los años, pero eso
no encajaba con él. Su sueño siempre había sido construir el complejo de sus
sueños donde la gente pudiera ir a relajarse en mitad del campo sin tener que
preocuparse por nada más.
Ahora, algunos años después me
encontraba aquí en mi propio apartamento pensando en él. Recordando los viejos
tiempos y en como hizo lo que le dictaba su corazón mientras llenaba la bañera
y vertía las sales de baño para esperar pacientemente su llamada tal y como le
prometí.
Fui a la cocina y llené una copa
de vino mientras me iba deshaciendo de los zapatos y me encaminaba hacia el
baño donde se terminaba de llenar la bañera con el iPod y el móvil en la mano.
Conecte mi iPod al aparato de
música y puse la play list de Adele a un volumen bajo para que su voz
envolviese cada uno de mis sentidos. Metí un pie en la bañera y un escalofrío
ante el agua caliente me recorrió por todo el cuerpo relajándome al instante.
Me hundí en el agua y apoyé mi
copa en el borde de la bañera. Fue un pequeño capricho. Tenía claro que quería
una bañera grande con la que poder relajarme. Tomé mi copa de vino y di un
sorbo. Si, podría acostumbrarme a hacer esto cada día de mi vida.
Adoraba el sabor del vino y el
efecto que tenía al bajar por mi garganta, me encantaba el sabor que me dejaba
en los labios. Una gota resbalo por la comisura de mi boca y me apresuré a
cogerla con un dedo llevándola de nuevo a mis labios. Era mi pequeño gran placer
en la vida.
El teléfono sonó cuando Adele
cantaba en voz baja Someone like you. Sonreí ante mi móvil. El contraste de una
música a otra era increíble. Deslice la mano seca por la pantalla del teléfono
móvil y me lo llevé a la oreja.
- Dime que estás húmeda para mí,
bebe.
- Mmmmm…- fue lo único que pude
decir en esos momentos y escuche a Luca sonreír.
- Me encantan esos ruiditos, ¿lo
sabes? Algún día vas a volverme loco.
- Soy perfectamente consciente de
ello, me gusta provocarte.- Dije más como un ronroneo.
- Dios, haces que quiera hacerte
cosas malas bebé, y créeme eso me sorprende a mí mismo.-Dijo Luca con su mejor
voz de macho alfa.- normalmente controlo mis instintos muy bien. Pero no sé
cuánto tiempo pueda resistirme a ti.
- Quizás sea momento de que dejes
de resistirte a ello.- Dije sonriendo al escucharlo hacer un ruidito con la
garganta muy sexy.- Bueno me encantan nuestras conversaciones subidas de tono,
y créeme que teniendo en cuenta mi actual vida sexual podría llegar a hacer
algo de sexo telefónico, sin embargo sé que no me llamas para tener sexo a
distancia, así que escupe.
- Siempre tan aguafiestas bebé,
me estaba empezando a divertir. Que sepas que aunque no me estés viendo en
estos momentos estoy haciendo uno de mis mejores pucheros.- rió Luca.- Bueno
iré directo al grano. Quiero que vengas a Canadá conmigo.
- ¿Qué? ¿Por qué? No hablas
enserio.- Pregunté extrañada.
- Bebé, llevas demasiado tiempo
en casa, sola. Por dios ni siquiera tienes un gato como las cincuentonas que se
atrincheran en casa con la bata. Sabes perfectamente que tu vida no ha sido
precisamente fácil todos estos meses.
Sigues sin encontrar el trabajo
perfecto y para mí tampoco han sido estos meses estupendos, pero hey, aquí me
tienes y pienso que sería perfecto que vinieses, además necesito ayuda aquí y
que mejor manera que visitando al hombre por el que sé que suspiras todos los
días y que te quedes aquí unos meses conmigo.
- Pero Luca, a ver, es de locos…-
Dije nerviosa. No me gustaba el rumbo de ésta conversación.
- De locos nada. Además aunque te
empeñas en negarlo sé que aun tienes pesadillas. Y quedarte ahí no va a ayudar
a que desaparezcan.- Dijo Luca en un tono mucho más serio que antes. Sin duda
me gustaba más el anterior. Prefería al
Luca juguetón.
- Luca no creo que…
- Shh, piénsalo por favor. Dime
que al menos lo considerarás. Te dejo que lo pienses unos días y si decides que
si yo mismo te saco el billete de avión para el primer vuelo que salga este fin
de semana.
- Pero no creo que…no me puedo ir
así sin más. Tienes razón, no me siento bien pero tampoco puedo hacer como si
no hubiese pasado nada y largarme de aquí sin más. Luca deberías entenderme.
Me incorporé en la bañera, de
repente el agua estaba demasiado fría y no me apetecía ese baño relajante que
me había propuesto. Salí de la bañera con cuidado de no resbalarme aun con el
teléfono en la oreja y me miré en el espejo, realmente daba pena.
El color de mis mejillas había
desaparecido con sus palabras. Estaba pálida y nerviosa.
Me envolví en una toalla que
tenía encima del lavabo y me di las gracias mentalmente por no haberme mojado
el cabello. Ahora mismo no tenía fuerzas para lidiar con él.
Como pude fui hacia el equipo de
música, desconecte el IPod, fui hacia la habitación y me tiré encima de la cama
sin ninguna consideración.
- Sabes que te quiero, y de
verdad quiero que pienses en esto. Tienes 27 años y sé que nada de lo que hagas
en esta vida te va a quitar las pesadillas. Puedes engañar a tus padres, a tus
vecinos y al resto de tus amistades pero a mí no. Así que o mueves tu culo
hasta Canadá o serás la culpable de mi quiebra porque créeme cuando te digo que
voy a ir a buscarte y dejaré todo lo que haga falta para ello.
- Está bien Luca.- Dije con el
ánimo por el suelo en ese momento.- Sólo déjame unos días para pensar en ello.
¿De acuerdo?
- Vale bebé, no me tomes por una
mala persona, sabes que lo hago por ti.
Mándame un mensaje en estos días
o llámame cuando decidas algo. En caso contrario ve preparando el sofá de casa
porque vuelvo a España.-Dijo en tono severo.
- Te prometo que lo pensaré. Te
mandaré un mensaje tan pronto como pueda aclararme .Te quiero.
- Y yo a ti preciosa, y yo a ti.
Y con esas palabras colgó y me
dejó tumbada en la cama, mirando la lámpara del techo hecha un completo lío.
ohhhhhhhh quieren mas???????? siiiiiiiiiiiiii YO QUIERO MASSSS!!!!!!
Afortunadamente...nuestra hada se a compadecido de nosotras (ja!) y ya tiene 13 capis!!!!! , si, si incluye el de arriba...no se emocionen tanto....
capis de 1 al 13
si te ha gustado...la encontraras en nuestra charlas....bueno si estas ahí....muuajajaja
oki...también le puedes declarar tu amor eterno en:
seeeehh, así como ven la niña tiene fans!!!!
Vamoss...!!!! así empezaron muchas autoras noveles, publicando sus capítulos en un buen Blog.
ResponderBorrarAun recuerdo el primer día que nos pasaste algo de lo que más tarde tubo color, vida y nombre propio,.... todo listo para ser contado. Mientras tanto tu historia seguía sumando seguidores, amigos y colaboradores.
Felicidades por tu empeño Boquerona...
Sigue así Reina Mora de la Morería..
Besos Guapa.
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ResponderBorrarSandy que emociónnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn estamos orgulllosas de tí nena eres grande lo sabes, y al igual que Mayte yo tmb. recuerdo ese día que nos compartiste el comienzo de tu historia y mira hasta donde has llegado hermosa, vamos nena que si se puede, te queremos y a seguir que ya verás tú cuantos seguidores tendrás en un tiempito. Besossssssssssss milessssssss Sandy Preciosa
ResponderBorrarSandra te deseo todo lo mejor y que todo tu esfuerzo tenga sus frutos ya veras como si. Un besazo. Por cierto yo si quiero más. ;)
ResponderBorrarPor fin puedo hacer comentarios en el blog, soy un poco torpe con estos temas, peeeeeeeeeeeeeeeroooooooooooooooo, mi Sandrita sabe que la sigo desde el primer día y estoy segura que no esperaba esta acogida y este éxito. Es más, hace un año le prometí una peli para promocionar su libro y se lo he regalado, aunque no sea su cumple.Sigue así mi niña malagueña, anímanos los desayunos, los almuerzos, las comidas, las meriendas, las cenas y para las que trasnochamos, el "resopar" que es como se dice en mi tierra, volver a cenar a partir de las 3 de la mañana, aunque más por vicio que por necesidad. Gracias por dejarnos ser partícipes de tu talento, guapa
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